BitCoin: el “dólar” de Internet
La última moda entre las monedas digitales permite
comprar bienes del mundo real sin necesidad de una autoridad monetaria.
Problemas de volatilidad y liquidez en una red que sueña con revolucionar el
sistema financiero.
La ambición de la moneda digital BitCoin es grande: revolucionar el
sistema financiero mundial en la misma medida en que Internet transformó a los
negocios editorial y audiovisual. Parece exagerado, teniendo en cuenta que el
porcentaje de comercios online que acepta esta moneda todavía es
insignificante. Lo que está fuera de discusión es la originalidad del intento.
La última moda entre las monedas de Internet empezó en 2009 a partir de
un paper publicado por un desconocido, Satoshi
Nakomoto, (ver En busca de autor). El
trabajo aseguraba haber encontrado la forma de crear en Internet una moneda
digital sin banco central y con garantía de anonimato. De la emisión de moneda
se encargaría un software programado para detenerse en 2030, cuando el
circulante llegase a 21 millones de BitCoins. Para asegurar el anonimato,
habría un complejo sistema de claves en una red P2P similar a la que emplean
los que comparten música y películas por Internet.
En los pocos años que tiene de vida, el sistema ha crecido hasta un
circulante de US$35 millones en septiembre de 2011. Su salto a la fama ocurrió
en junio de ese año, cuando el senador del partido demócrata estadounidense,
Charles Schumer, alertó sobre las compras de drogas por Internet que permitía
la moneda.
Hay tres formas de conseguir BitCoins. La primera es la más sencilla:
comprándolos en mercados online en los que la moneda cotiza siguiendo las leyes
de la oferta y la demanda (US$4,91 por BitCoin, al cierre de esta publicación).
La segunda es la más obvia: vendiendo algo y aceptando BitCoins a cambio. Y la
tercera es la más original. Para funcionar, el sistema necesita la colaboración
de muchas computadoras. Los usuarios que ceden a la red BitCoin parte de la
potencia de sus equipos entran, a cambio, en el reparto de monedas cada vez que
se produce una nueva emisión.
Desde la llegada de la informática, que permitió cambios en los asientos
contables sin necesidad de correspondencia con un movimiento físico de los
billetes, los bancos centrales han cumplido una función ineludible: eran los
únicos capaces de controlar que un mismo “dólar digital” no fuera usado dos
veces. Esa era una de las trabas que imposibilitaban la creación de una moneda
sin autoridad central. Para sortearla, la solución que BitCoin emplea es
publicar en forma automática todas las transferencias que se hacen. De ese
modo, la red sabe en todo momento dónde está cada unidad monetaria.
La ventaja de los menores costos que BitCoin consigue al eliminar la
intermediación de los bancos es obvia. No es la única. Para los defensores del
liberalismo económico, representa una forma de escapar a la intervención de los
gobiernos. Para los preocupados por su privacidad, es la manera de comprar en
forma anónima. Y para algunos economistas, una fórmula perfecta contra
políticas monetarias inflacionarias: la emisión de BitCoins es independiente de
los humores del mercado.
No todas son ventajas
De hecho, como destacó el semanario The Economist,
el principal problema de esta moneda es el contrario: la deflación. Como la
emisión monetaria será igual a cero después de 2030, los usuarios tienen una
razón para no gastar: sus BitCoins valdrán más a medida que se reduzca la
oferta. ¿Para qué usarlos hoy cuando mañana podrán comprar más con ellos? El
otro gran problema es su falta de liquidez: porque aún son pocos los negocios
que lo aceptan y porque las tarjetas de crédito no permiten que sus clientes
compren BitCoins con ellas.
Desde la Argentina, la forma más popular para conseguirlos es a través
de foros en Internet. Allí los venden jóvenes que los generaron localmente
conectando sus computadoras a la red de BitCoin. El estudiante de Sistemas Nicolás Rey (21)
es uno de ellos. Junto con cinco compañeros de la Universidad de Tandil, en
mayo de 2011 invirtieron US$2.000 en una PC potente para generar BitCoins
velozmente. Vivieron una primera etapa de felicidad en la que llegaron a
venderlos a US$32, pero la cotización cayó en picada y terminó con el negocio.
Hoy el gasto en consumo eléctrico de su computadora es mayor al precio de los
BitCoins que es capaz de generar.
En un sistema monetario tan pequeño, la volatilidad es el otro punto
débil. BitCoin así lo demostró el 10 de junio de 2011, cuando sufrió una caída
de 15% de su valor en MtGox.com, el principal mercado para comprar y vender
esta moneda virtual. Tal vez no sea la solución definitiva, pero muchos creen
que ayudaría que la red imitase la regulación de las bolsas tradicionales:
cuando la fluctuación de los valores sobrepasa un porcentaje determinado, se
cierra el mercado.
Más difícil es el problema de la liquidez. Además de convencer a los
comerciantes para que confíen en la moneda a pesar de su volatilidad, la
liquidez mejoraría si las tarjetas de crédito permitieran la compra de
BitCoins. No parece sencillo, dado que compiten por el mismo nicho de mercado
de los pagos online. Lo mismo ocurre con PayPal.
Para cumplir su promesa de revolucionar el sistema financiero, a BitCoin
aún le queda mucho por recorrer. Entre las innovaciones pendientes, una
herramienta que en cualquier moneda se da por hecho: la de tomar prestado.
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